Manuel: (9-1-13)
Había una vez un niño llamado Manuel que se había portado muy bien y había sacado las notas muy bien. Llegó la Navidad, le escribió la carta a los Reyes Magos pidiendo sus juguetes preferidos.
Pero hubo un problema en el correo si que él se enterara y no le llegó la carta a los Reyes. Cuendo llegó el día de Reyes, no le dejaron sus juguetes y él se puso muy triste y estuvo llorando todo el día, pensando que los Reyes se habían olvidado de él.
Al día siguiente recibió una carta de los Reyes pidiéndole perdón y dejándole sus juguetes. Manuel fue ese día el niño más feliz del mundo. Fin
Autora: Mireya Zafra
El gato dormilón: (9-1-13)
Érase una vez un gato llamado Astan que dormía 22 horas y no comía nada, nada. Nada más era dormir en su casita calentito y se levantó a las 24 horas y comió. Fin.
Autor: Ángel Simón
La yegua ayudante: (14-1-13)
Había una vez una yegua que ayudaba a recoger: manzanas, peras, zanahorias o más frutos de su jardín. Pero un día se tuvieron que mudar a Madrid y se dejaron a al yegua. Ella se quedó llorando y llorando, hasta que llegó una niña, llamada Estrella y ella la cuidó: le dió de comer, le dió un paseo y así pasaron días y días, hasta que llegaron de nuevo a este país. Fin
Autora: Lucía Zarco
El ratoncito Kiko: (14-1-13)
Era un ratoncito llamado Kiko. Viviá con un gato muy muy malo, que se llamaba Rafa. Un día se tuvo que marchar de su casa porque no soportaba al gato. Se fue de viaje a la selva. Allí conoció a grandes amigos: un tigre, una leoparda, un gorila, un monito, un hipopótamo y un elefante. Y con ellos vivió grandes aventuras y ayudaron al gato Rafa para que fuera bueno. Fin
Autora: Ana Isabel Urquiza
Felipe y Chamaco: (14-1-13)
Felipe era un gato que se crió con un perro que se llamaba Chamaco. Felipe como se crió con un perro, no quería cazar ratones, así que la dueña de la casa intentó cazarlos ella y al final, lo pudieron cazar y desde aquel día, Felipe cazaba todos los ratones que había por la casa. Chamaco era un perro muy ladrador, pero poco mordedor, se subía con su dueño en el tractor y, a veces, Felipe también se subía en el tractor. En el campo Chamaco hacía huir a los hurones que se comían las patatas de su dueño y Felipe aullentaba los pajaritos que se comían las aceitunas.
Autora: Isabel Guzmán
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